INDICE DEL LIBRO
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Discurso, leido por el Presidente, Excmo. Sr. D. José Canalejas y Méndez,
en la Sesión Inaugural del Curso de 1894 a 95, celebrada el 10 de Diciembre de 1894,
de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
ASPECTO JURIDICO DEL PROBLEMA SOCIAL. de José Canalejas y Méndez.
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expedita y satisfactoria, que deja a salvo la independencia de ambas partes y evita desconfianzas y recelos. Termino dedicando un recuerdo a los venturosos ensayos de participación en los beneficios, a que deben su gloria y el respeto de sus conciudadanos, algunos capitalistas extranjeros: representante yo de un distrito industrial, temo que parezcan expansiones inmoderadas del afecto las no serían sino de justicia estricta, y por ello omito, ya que no he de citar nombres extraños, el examen de los estatutos de una casa industrial que considero como propia y en que la coparticipación llega no sólo a los beneficios, sino al recreo, la cultura y el afecto, no obstante tratarse de muchos centenares de obreros. La coparticipación admítela el Estado, en las formas odiosas para nuestro carácter nacional de las denuncias administrativas; comienza ya a consagrarla en contratos de monopolios como el del tabaco; ha de figurar, ciertamente como correctivo del vicioso sistema de la garantía pura de interés, en las concesiones de obras y servicios públicos; un modo de coparticipación constituyen los fondos especiales que ciertas Sociedades anónimas destinan a asegurar derechos pasivos a sus empleados. Hacer consocio, ya va camino de hacer amigo al proletario del capitalista: fomente el estado estas asociaciones; consigne el legislador garantías para entrambas partes contratantes, pues yo no pido leyes de privilegio; y cada paso que se dé en éste que yo reconozco difícil camino, aprovechará más a la armonía social que aventuradas exploraciones de utopistas y filántropos en esferas quiméricas. El trabajo que deprime las fuerzas del obrero, acarreándole muchas veces una muerte prematura, no limita su acción destructora el desgaste paulatino y fatal de la actividad humana. Surgen en su ejercicio, con frecuencia dolorosa, accidentes en que el operario sucumbe o en lo que queda, ya absoluta, ya temporalmente, inútil para obterner con el trabajo los elementos necesarios a su vida. La sociedad en cuyo seno vive el obrero y la ley que a la sociedad dirige no pueden mirar impasibles el desamparo de la víctima, y buscando un remedio para tan dolorosas consecuencias, se empeña en discernir a quién corresponden la culpa primero y la reparación más tarde. Un jurisconsulto ilustre, que no ha mucho obtuvo el merecido honor de
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